El mapeo genético es asignar fragmentos de ADN a los cromosomas de las plantas, creando un mapa genético o físico para un organismo. La genotipificación es la identificación de alelos heredados, las diferencias en la composición genética (genotipo) entre las plantas y el uso de secuencias de ADN para definir las poblaciones biológicas. Tanto el mapeo genético como la genotipificación utilizan extracción de dianas de ADN de materia vegetal (hojas, tallos o tallos) y amplificación por PCR (reacción en cadena de la polimerasa). Los mapas genéticos permiten a los científicos identificar plantas jóvenes con genotipos y fenotipos deseables, para su posterior estudio mediante otros métodos de biología molecular y biotecnología.